Última temporada de Lilananda, quien recibe y escribe. Un testimonio

No es fácil describir con palabras lo que Lilananda ha significado en nuestras vidas como individuos y como familia; sin duda alguna ser parte de cada de su recorrido ha sido un inmenso privilegio, contar con su acompañamiento, con sus perlas de sabiduría, en nuestra cotidianidad ha sido invaluable para el camino que cada uno de nosotros estamos recorriendo, pudiendo así llegar a compresiones muy profundas y a experimentar una vida más consciente .


A lo largo de este camino he podido ser parte no solo de muchas de sus vivencias sino de sus muertes, pero también de sus resurrecciones y de sus profundas transformaciones. Su experiencia de vida ha sido totalmente distinta a lo que el sistema actual del planeta tierra llama “normal”, ella se ha desidentificado del “yo”, de la personalidad conformada por el conjunto de creencias heredadas, impuestas y limitantes, ha derrumbado paradigmas y con gran coraje ha abrazado al vacío y a la impermanencia. A través del tiempo Lilananda ha ido evolucionando hasta convertirse en una científica de su propia vida. Laboratorio al que constantemente entra para verificar su recorrido interno.


Es por eso que puedo dar fe de su profunda e íntima conexión con lo que ella denomina el campo infinito, con el que logra fusionarse y permanecer en el punto cero, siendo una con la nada y con el todo, y desde allí ha desplegado su pergamino y canalizado las herramientas necesarias para acompañar a otros a desplegarlo. Yo, una de ellas, pues a través de sus enseñanzas, testimonios, de las herramientas que me ha brindado, y especialmente de múltiples insights he logrado ir desplegando mi propio pergamino.


He aprendido y verificado en mi propia experiencia el inmenso poder que tiene la acción sin acción, también que puedo sacar los pensamientos de su guarida,; «el tiempo lineal’, dejar de creer en lo que creo, y llevar la mente dual a mi corazón.


Es así como Lilananda ha sido una inconmensurable fuente de inspiración, dando un claro testimonio vivencial de que no solo los saltos cuánticos son posibles, sino obligatorios para el proceso evolutivo de la humanidad, del planeta tierra, y principalmente que estamos llamados a atravesar el puente entre lo humano y lo divino. Porque en este tránsito está el Gen sagrado que nos habita a todos.


Maria Patricia Tafur